¿Qué es esa fuerza que impulsa a seguir, cuando no hay razones aparentes? Esa que te hace avanzar cuando ya ni el aire quiere ser respirado por ti, y el sol no encuentra una razón para iluminarte el día.
Que grandeza escondemos, en nuestros indignos y corruptibles cuerpos, templos de toda perdición. ¿En verdad estaremos tocados por Dios, o seremos nosotros mismos los dioses que no hemos querido subir en nuestros pedestales?
¿En verdad tendremos lo que hace falta para seguir, o seremos para siempre los lastres de nuestro destino?
Cuanta potencia, cuanta.
Cuanta apatía, cuanta.
Que grandeza escondemos, en nuestros indignos y corruptibles cuerpos, templos de toda perdición. ¿En verdad estaremos tocados por Dios, o seremos nosotros mismos los dioses que no hemos querido subir en nuestros pedestales?
¿En verdad tendremos lo que hace falta para seguir, o seremos para siempre los lastres de nuestro destino?
Cuanta potencia, cuanta.
Cuanta apatía, cuanta.
(Gracias por la curiosidad, que mata la apatía y abusa de la potencia)